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El reconocimiento del bilingüismo en hijos de emigrantes: Un triunfo para la integración
Publicado por Anna Stevanato el May 15, 2011
Por Anna Stevanato, fundadora de la asociación D’UNE LANGUE A L’AUTRE (De una lengua a otra).
El programa « Une Grande Ecole: Pourquoi pas moi? » (PQPM) (“Una Gran escuela: ¿Y por qué yo no?), es un programa de acompañamiento para colegiales y alumnos de bachillerato que provienen de medios modestos y viven en zonas desfavorecidas. Tiene como objetivo ayudarles a aumentar sus posibilidades de seguir estudios superiores ambiciosos.
¿Pero qué relación tiene esto con las lenguas y el bilingüismo? Resulta que la inmensa mayoría de los alumnos (el 82 % de los 72 alumnos entrevistados) inscritos en este programa hablan o comprenden otro idioma aparte del francés.
La asociación D’une Langue A L’autre (De una Lengua A La Otra) (DULALA), cuyo objetivo es el reconocimiento y la valorización de todas las formas de bilingüismo familiar, participa en el programa PQPM interviniendo en el plan lingüístico con adolescentes.
Prejuicios aún vivaces
Los primeros experimentos permitieron mostrar que los prejuicios están muy presentes, incluso en el seno mismo de las comunidades que practican lenguas familiares no europeas.
A la pregunta abierta “¿Cuál idioma asocia usted con francés cuando se habla de bilingüismo?”, el 75 % de los alumnos indicó el inglés, el 5 % español, el 5 % portugués y solamente el 15 % citó otros idiomas (turco, japonés, hebreo, lingala, bengalí, criollo)
Esto nos indica que está fuertemente implantada la idea según la cual únicamente las lenguas europeas mayoritarias son dignas de figurar entre las que lo convierten a uno en bilingüe:
“¿Maestra, acaso se puede ser bilingüe cuando hablamos otros idiomas distintos al francés y al inglés?” Pregunta J., alumno de 2° año de secundaria.
«El bilingüismo es una riqueza si hablas inglés o español…si no ¿de qué sirve? » afirma B., en 1° de bachillerato.
« Mi padre es plurilingüe, habla 4 idiomas: francés, inglés, tamil y urdú» dice B. «Sí, pero son sub lenguas» replica C., alumna de 2° año de secundaria.
En la práctica misma del bilingüismo, las representaciones pueden ser negativas: «Dos lenguas a la vez en la cabeza de una sola persona es demasiado. Se debe aprender una lengua a la vez»
«Un profesor nos dijo que utilizamos alrededor de 6 000 palabras. ¿Cuándo uno es bilingüe se divide entre dos? ¿Y cuándo uno es trilingüe, entre tres? », dice F. preocupada, en 1° de bachillerato.
Hacer que los idiomas gusten, cualquiera que éste sea
A través de intervenciones lúdicas, DULALA se propuso transformar la imagen que estos jóvenes tienen de la diversidad lingüística y destruir las representaciones que tienen de sus propias lenguas. A estos adolescentes que se identifican muy raramente como bilingües, o que viven este bilingüismo como una discapacidad, la asociación explica que no solamente hablar un idioma distinto al francés o al inglés no es un obstáculo para la integración, sino que es al contrario una fuerza, una riqueza lingüística y cultural. Este trabajo de la autoestima es un motor para el éxito educativo.
Y de hecho, ciertos alumnos también expresan el gusto por aprender:
«Con este taller me dieron ganas de aprender el árabe» dice A., en 2° año de secundaria, cuya lengua de origen es el árabe de Argelia.
«Esta noche voy a hablar bambara con mi madre, ¡va a ser gracioso! » dice O., en 1° de bachillerato.
«Descubrí que soy bilingüe pasivo», dice P., alumno de 1° de bachillerato.
« Me di cuenta de que se puede ser bilingüe incluso si no se sabe leer o escribir», descubre L., también en 1° de bachillerato.
La libre elección de cada uno
« Yo hablo solamente en turco con mis padres, aquí no puedo», afirma J, en 1° de bachillerato.
De hecho, compartir una palabra o frases en su propia lengua materna es un ejercicio que está lejos de ser común: algunos lo hacen con orgullo y entusiasmo mientras que otros son más discretos y tímidos, y otros incluso prefieren hablar una lengua extranjera aprendida en la escuela a expresarse en su lengua materna.
Razones étnicas, familiares o lingüísticas, pueden hacer que la persona no tenga ganas de exhibirse como un representante de una lengua o de un país. Esta elección tiene que ser respetada y el alumno en cuestión debe tener la posibilidad de interesarse o no, de hablar y compartir esta lengua o no.
Ya que una lengua está lejos de ser neutra, es más que simples sonidos, nos dirige a nuestra identidad más profunda.