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El continente oceánico, ¿campeón del plurilinguismo?
Publicado por Claire Moyse-Faurie el February 11, 2011
Cerca de un tercio de las lenguas del mundo son habladas en Oceanía, es decir cerca de 2 000 lenguas para unos 250 millones de personas, la inmensa mayoría viviendo dispersadas en pequeños grupos insulares, en treinta siete países o territorios diferentes, sobre una superficie que cubre aproximadamente ¼ del planeta…
De hecho, es en Oceanía, y más particularmente en Melanesia, en donde se encuentran las densidades lingüísticas más fuertes del mundo, el récord mundial lo tiene Vanuatu, con más de cien lenguas aproximadamente para 200 000 habitantes
Mientras que en Polinesia y en Micronesia, generalmente existe sólo una lengua para cada isla, Papúa Nueva Guinea, Irian Jaya, las islas Salomón, Vanuatu y Nueva Caledonia – países independientes o fideicomisos – tienen en común el hecho de poseer una multiplicidad de lenguas, melanesias para las islas Salomón, Vanuatu y Nueva Caledonia, melanesias y papúes para la Nueva Guinea.
¿Cómo podemos explicar ese número elevado de lenguas en esas tierras oceánicas?
Las razones son diversas. Algunas son de orden general y responden a la naturaleza misma del lenguaje. El fraccionamiento es una tendencia general: con tiempo, cada hablar tiende insensiblemente a divergir cada vez más con relación a los otros hasta constituir verdaderas lenguas distintas. Cuanto más antigua es la lengua de origen, más diferenciadas son las lenguas. La diversificación comprobada testimonia así la antigüedad de la población (-35 000 años en Nueva Guinea).
Otras razones de esta diversificación dependen de factores psicolingüísticos o sociolingüísticos
Las sociedades melanesias son de tipo segmentario, fragmentadas en múltiples “jeferias” o clanes, teniendo una organización política particular. Estos clanes tienen contactos entre ellas pero tienen sobre todo cuidado en afirmar sus diferencias. Cada grupo tiene su lengua que constituye una parte esencial de su individualidad.
Antes de sufrir con las políticas lingüísticas centralizadoras, vinculadas con la colonización, los pueblos de Oceanía practicaban un plurilinguismo equilibrado, sin lengua dominante ni, la mayoría de las veces, de espacio social predominante. Cada lengua era respetada, ya que hacia parte de la identidad del clan o de la comunidad, y un bi-o trilinguismo, ampliamente establecido por prácticas sociales, permitía la intercomunicación. No teníamos ninguna razón para procurar imitar al vecino sino que tendíamos más bien a acentuar las diferencias para sobresalir. Hasta una fecha reciente, teníamos así en relación con aquel que el lingüista A.-G. Haudricourt llamó un plurilinguismo igualitario ya que ninguna lengua era prestigiosa más que otra.
Un ejemplo: Nueva Caledonia
La causa de la diferenciación de las lenguas kanak no es el aislamiento supuesto de cada valle. Al contrario, los textos de tradición oral ponen en evidencia que los intercambios entre grupos han sido intensos siempre; siempre hubo juegos políticos de alianza, intermatrimonios, rupturas también con un grupo que se escinde y una parte del grupo que se va a establecerse en otro lugar luego de un conflicto y cuya lengua, común al principio, va a evolucionar por separado. Las mujeres casadas por fuera de su grupo que van a vivir en la familia del esposo (ya que la residencia es virilocale) favorecen también el desarrollo del plurilinguismo porque a menudo siguen hablando su lengua materna con sus niños.
Así, es más bien la mezcla lingüística que explica la aceleración del proceso de diversificación de las lenguas melanesias en el curso de su historia.