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Ser lingüista
Publicado por Colette Grinevald et James Costa el October 7, 2011
Por Colette Grinevald, lingüista, Laboratorio DDL (Dinámica de Lenguaje), Universidad Lyon 2, y James Costa, encargado de investigación, Instituto Francés de Educación, Escuela Nacional Superior de Lyon.

Miss Nora enseñando rama – © Colette Grinevald
Nacimiento de la disciplina de investigación
El fenómeno de la desaparición de lenguas es conocido desde hace muchas decenas, pero una toma de conciencia militante comenzó a manifestarse por los años 1970 en diversos países, en Francia, en Gran Bretaña y hasta en los Estados Unidos.
Sin embargo, fue necesario esperar el comienzo de los años de 1990 para que la temática de las lenguas en peligro emerja verdaderamente. El período está marcado por el 500 aniversario del «descubrimiento de América» (1492-1992), celebrado por unos y criticado por otros. Entonces un contacto se establece entre los trabajos de muchos investigadores y las reivindicaciones de algunos actores de campo en las comunidades autóctonas de América. Este encuentro es percibido como una onda de choque por los lingüistas y ha iniciado verdaderamente un nuevo campo de investigación.
Desde entonces hemos visto movilizarse a una red de lingüistas originarios de America, de Australia y de Europa, que comparten muchas experiencias de campo en diversas situaciones de lenguas en peligro. Ellos comienzan a coordinar entre ellos, a organizar coloquios aquí y allá por el mundo, y producir diferentes obras, individuales y colectivas.
¿Cuál es el rol de los lingüistas?
Los lingüistas comprometidos en este nuevo espacio de investigación, rápidamente, consideran como relevante el interés de su profesión y su responsabilidad de ciudadanos del mundo para tocar la campanilla de alarma sobre la gran precariedad de la mayoría de las lenguas del mundo.
Más allá del trabajo de investigación para el cual ellos han sido formados, se hace la pregunta de su rol frente a las demandas de las poblaciones. Porque si su trabajo académico consiste en describir y documentar estas lenguas aún poco conocidas o no, en general todavía no escritas, esto que piden las poblaciones es más la revitalización o revalorización de sus lenguas en peligro.
Frente a esto, una actitud corriente, dominante en un contexto ideológico muy favorable al monolingüismo, consiste en no hacer nada, y en considerar que los fenómenos de desaparición de lenguas son la prolongación natural de fenómenos que han existido siempre.
Otra actitud opuesta admite que los fenómenos lingüísticos no son naturales, pero al contrario, son culturales y profundamente ideológicos, y ponen en juego las relaciones de poder frecuentemente asimétricas.
Es así como este se ha desarrollado en el curso de los veinte últimos años, un discurso que apunta a mostrar los argumentos a favor de un mantenimiento de una diversidad lingüística tan vasta como posible, como constitutiva de la especie humana.

Mujeres jovenes jugando en rama – © Colette Grinevald
Un lingüista resume los desafíos
La obra que el lingüista británico David Crystal ha consagrado en el 2000 a la muerte de las lenguas, proporciona un ejemplo de argumentación. Para Crystal, la diversidad lingüística debe ser preservada por las siguientes razones:
- Nosotros tenemos necesidad de la diversidad
Este argumento está construido sobre los temas desarrollados en antropología desde inicios del siglo XX, particularmente, en Francia por Claude Lévi-Strauss. En la base de este argumento se encuentra la idea de la diversidad (biológica, cultural, etc.), es el fundamento de la vida en la tierra. El “nosotros” es pues aquí la humanidad entera.
- La lengua expresa la identidad.
Esta afirmación está basada en las asociaciones tradicionales que se encuentra en la ideología de estado – nación entre pueblos y lenguas: ella plantea que no puede ser francés, español, galés o rama sin hablar francés, español, galés o rama. Con la desaparición de una lengua, sería una parte importante de ellos mismos como comunidades nacionales o culturales que dejarían partir.
- Las lenguas reflejan la historia de un grupo
De una parte, el estudio científico del vocabulario de una lengua siempre permite reconstituir el origen geográfico de la población que la habla. De otra parte, la lengua de un grupo permite transmitir una literatura oral y los conceptos particulares corren el peligro de ser perdidos en una eventual traducción o transmisión en una tercera lengua.
- Las lenguas contribuyen al saber total de la humanidad.
Así, en cada lengua, una fracción del saber total del género humano sería codificada y la pérdida de uno de estos eslabones afectaría al conjunto de la construcción.
- Las lenguas por ellas mismas son interesantes.
Este argumento en particular, propio de los lingüistas, consiste en decir que las lenguas son, por ellas mismas, construcciones humanas y sociales dignas de interés y que su estudio permite comprender el conjunto de las potencialidades humanas. Desde el punto de vista del lingüista, dejar desaparecer la mayoría de las lenguas, sería admitir la pérdida del material de trabajo principal de esta disciplina. En este sentido, por cierto, las lenguas serían las obras en peligro, en el mismo grado que algunos monumentos históricos.
A modo de conclusión…
Las cuestiones relativas a las lenguas en peligro, como los temas de lenguas en general, son fundamentalmente cuestiones ideológicas, cuestiones de poder. Los lingüistas, al comprometerse en favor de una perspectiva o de otra, más allá de su trabajo científico sobre estas lenguas, necesariamente, son llamados para interrogar a las ideologías que sostienen sus propias acciones y concepciones de las lenguas y del lenguaje.
NB: Para profundizar el tema, ver la obra colectiva « Linguistique de terrain sur les langues en danger » (Lingüística de campo sobre las lenguas en peligro), dirigida por Colette Grinevald y Michel Bert, en la colección Faits de langues (Ophrys).