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El Multilingüismo en la República de Sajá (Yakutia)
Publicado por Natalia Bochkareva el June 3, 2011
Por Natalia Bochkareva, estudiante del máster ” Estudios Árticos ” de la universidad de Versailles – Saint-Quentin-en-Yvelines, originaria de la República de Sajá (Yakutia).
Situada en el nordeste de Siberia, la República de Sajá, o Yakutia, es la más grande las Repúblicas de Rusia. Representa 1/5 del territorio nacional, con 3 millones de km2 por 949,800 habitantes (cifra 2009) de los 142 millones (cifra 2007) con que cuenta la federación.
Una república multiétnica
Yakutia figura entre las regiones multiétnicas de la Federación Rusa, con sus 5 comunidades autóctonas: yakutos, evenki, yukagiros, chukchis y dolganos. Tierra de inmigración en el seno de la federación, encontramos allí también cerca de 120 grupos étnicos: rusos, ucranianos, tártaros, buriatos, bielorrusos, armenios, baskirios, azerbaiyanos etc.
El bilingüismo oficial de la pequeña república se caracteriza por la convivencia de dos lenguas nacionales: el sajá (yakuto) y ruso. Estas dos lenguas tienen el estatus de lenguas de Estado, mientras que las lenguas de las comunidades autóctonas más limitadas gozan de otro estatus oficial garantizado por la Constitución de la República de Sajá.
Dos lenguas autóctonas amenazadas
El reconocimiento de estas lenguas autóctonas no significa que su perennidad esté asegurada. En efecto, sufren una decadencia regular, que pasa por un proceso de asimilación que la lingüista Tamara Andreeva (Identity & Language) explica así:
– “Una variedad de dialectos entre las poblaciones del norte, que obligó a ciertos grupos a optar por lenguas más comunes con el fin de facilitar los intercambios interétnicos.
– Una población dispersa al norte, con numerosos grupos étnicos de lenguas diferentes que viven en las cercanías unos de otros. Los evenki, por ejemplo, viven en pequeños grupos rodeados de otras entidades étnicas de lengua diferente, todo sobre un territorio muy vasto. Su lengua pues sufrió la influencia de las lenguas vecinas, en detrimento del desarrollo de su propia lengua.
– El papel preponderante de la lengua rusa. Principal vector de comunicación en el seno de la sociedad rusa, su estatuto dominante influyó fuertemente sobre las lenguas de los pueblos autóctonos”
Para completar este último punto, sin duda el más importante, añadiremos que el ruso se hizo lengua de poder porque es la lengua de la educación y la del empleo. Numerosos son pues los miembros de las comunidades autóctonas que deliberadamente dejaron a un lado su lengua materna con la esperanza de acceder a este poder.
Finalmente hay que tomar en consideración el hecho de que las lenguas de Yakutia sufrieron mucho en una época cuando los miembros de comunidades autóctonas debían vivir en familia de acogida, y estudiar en establecimientos especializados lejos de su entorno de origen.
Esfuerzos en la educación y la investigación
Desde principios de los años 90, el Estado ha adoptado varios dispositivos destinados a aumentar el número de hablantes de las lenguas autóctonas, particularmente los programas escolares que impulsan su enseñanza.
También vieron la luz escuelas nómadas para los niños de las comunidades más pequeñas. Acogen a la vez a niños y a padres en un entorno de vida “nómada”, contribuyendo así a la salvaguardia de las lenguas y de un modo de vida tradicionales.
Los profesores son formados en la Universidad Federal del Nordeste en Yakutsk.
En el plano de la investigación, citaremos también el Instituto en Investigaciones Humanas del departamento Siberia de la Academia de las Ciencias, que trabaja en la diversidad lingüística, etnográfica y cultural de la República de Sajá.
Pero a pesar de los programas escolares, los programas de investigación y un cierto interés de los medios de comunicación por las lenguas minoritarias, el problema de la decadencia de las lenguas autóctonas de Yakutia queda entero ya que el número de sus hablantes sigue bajando cada año. La República de Sajá, con sus dos lenguas de Estado y sus otras cuatro lenguas oficiales, hace frente a un desafío capital: impedir la decadencia de sus lenguas autóctonas para frenar la decadencia de su cultura.