Imprimir |
19 de octubre de 2011 : entrevista a Charles Weinstein sobre los Chucotos
Charles Weinstein, profesor agregado en retiro y autor de « Parlons tchouktche », responde a algunas preguntas sobre el pueblo que él quiere, uno de los más amenazados en el mundo, el pueblo chukchi.
Q : Si usted pudiera resumir en algunas frases sobre quiénes son los Chucotos para el gran público que a penas conoce el nombre, ¿qué diría usted ?
Estos, de una parte son ganaderos de renos itinerantes en la tundra, y de otra parte, cazadores de mamíferos marinos instalados en el borde del Pacífico y del Océano Glacial Ártico. Desde milenios regularmente los unos y los otros han procedido a intercambios lo que explica que pese a la vasta dimensión de su territorio su lengua haya quedado en una. Ellos han sido descritos por los viajeros de antaño como un pueblo fuerte, orgulloso y combativo.
Q : La lengua chukchi o chucota actualmente es considerada por la UNESCO como « severamente » en peligro, con menos de 10 000 hablantes. Pero no siempre ha sido así, ¿Cuál ha sido el proceso de minorización de la lengua ?
Hasta mediados del siglo XX todos los Chucotos, pequeños y grandes, hablaban la lengua. En esta época se ha producido una afluencia considerable de rusohablantes, que han venido a trabajar a las empresas creadas, luego seguidos por numerosas personas administrativas. Los pueblos locales, los Chucotos, Esquimos (Yupik) y Evenes han llegado a ser minoritarios en su propio territorio. Los autóctonos se han convencido que su lengua y su cultura eran primitivas. La escuela ha sido organizada alrededor de la lengua rusa. La radio y la televisión y otros medios de comunicación funcionan fundamentalmente en lengua rusa.
Q : La protección de una lengua pasa por la transmisión a las nuevas generaciones y luego por la educación. ¿Y qué pasa para la lengua autóctona ?
Así como el pueblo se ha abandonado a si mismo, lo mismo la lengua ha sido dejada al abandono. Se produjo un corte entre los antiguos y los niños educados en ruso en los internados. Yo solo he encontrado muy pocos jóvenes que conocen su lengua. Por lo demás las gentes tienen serios problemas económicos para resolver al día, y la lengua no es más su principal preocupación.
En los pueblos (una cuarentena de pueblos dichos “nacionales”), la lengua es muy poco y mal enseñada. Las autoridades de la región no ven la necesidad de promover una política cualquiera de rescate de las lenguas minoritarias.
Q: La situación parece casi desesperada… ¿Qué es lo que aún queda por hacer para salvar esta lengua y su cultura?
Se puede convencer a los autóctonos a imaginar las medidas a tomar, y la administración debe dar la libertad para hacerlo y para fomentarlo. La lengua dominante rusa no estaría amenazada por eso. Cada uno sabe que la posesión de dos lenguas es una fuente de enriquecimiento para el individuo. Un gran grupo de intelectuales chucotos podría encargarse de elaborar las medidas de rescate, por ejemplo, la organización de períodos de prácticas intensivas de lengua hablada por los adultos, la generalización en la escuela del uso de la lengua de un extremo a otro de la lección de lengua chukchi, la introducción gradual del uso de la lengua en otras materias (historia, geografía, etc.).
La lengua debería ser introducida en las actividades para-escolares (cantos, danzas, colectas de herbarios, recopilación de cuentos de los ancianos, colecta de objetos de artesanía, etc.). Las colonias de vacaciones pueden igualmente permitir el desarrollo de este género de actividades con el uso de la lengua.
Los antiguos, aun portadores de la lengua, tendrían la alegría de participar en el renacimiento de su lengua. Estas medidas y otras exigen los medios que la administración debería aplicar. Para mostrar su buena voluntad ésta podría decretar la prohibición de la venta masiva de vodka en los pueblos.
Q: Usted mismo está muy vinculado a este pueblo y a su cultura. ¿Qué es lo que el mundo perdería si esta lengua y esta cultura llegan a desaparecer?
Eso sería un empobrecimiento cultural para todos, como lo sería la desaparición de todas las otras lenguas y culturas amenazadas. También sería un serio fracaso para mí y para mi esposa, porque esto sería un cuestionamiento de nuestra creencia en la sabiduría del hombre, en su capacidad de respetar a otros.