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20 de enero: el plurilinguismo en el Senado crea debate en España
Una pequeña revolución tuvo lugar en el Senado español: cuatro lenguas regionales acaban de ser autorizadas oficialmente. Además del castellano, los senadores pueden desde ahora debatir en gallego, en vasco, en catalán y en valenciano. Una iniciativa venida de unos treinta parlamentarios, y apoyada por los socialistas del gobierno.
Consecuencia: 25 intérpretes se relevarán con el fin de traducir todos los debates, por un costo suplementario de 350 000 euros por año. Esta información provoco inmediatamente algunas protestas, como lo indican diversos periódicos y blogs.
El líder de la oposición, Mariano Rajoy (Partido popular) ve allí únicamente un «despilfarro ridículo», inoportuno en tiempos de crisis. Particularmente virulento, éste acogió la inauguración del servicio de traducción por un glacial: «esto no sucedería en un país normal» antes de añadir que » las lenguas están allí para comprenderse y no para crear problemas».
La senadora socialista Carmela Silva, ardiente defensora de esta medida, ha respondido que ya que el Senado es la cámara territorial, es lógico » normalizar la pluralidad».
¿Entonces, España, una excepción? Madrid no es ciertamente el único caso en el cual el plurilinguismo plantea preguntas. En Bruselas por ejemplo, al nivel de la Unión Europea, varios partidos conservadores denuncian regularmente el costo inducido por la traducción de cada documento en las 23 lenguas oficiales.
¿Pero instalar un servicio de traducción en varias lenguas será verdaderamente un gasto inútil? ¿Acaso será un antojo de países ricos que se preocupan por cuestiones fútiles? Está permitido pensar que no, si se mira del lado de la democracia más grande del mundo: en efecto, hay también 23 lenguas inscritas en la Constitución de la India, y la cuestión de la traducción de los debates en el Parlamento no provoca allá ella ira de ningún responsable político.
La UE y la India firmaron por otra parte una declaración común sobre el multilingüismo en 2009. Por este motivo, el comisario europeo del multilingüismo, Leonard Orban, alabó la excelente gestión de la India de su diversidad lingüística. Ésta existe desde el principio de la historia del país y está considerada como algo perfectamente natural.
El ministro español de la Justicia, Francisco Caamano, defensor del plurilinguismo en el Parlamento, hizo ver justamente que «ciertos valores valen más que su simple costo». Ya que recordar sin cesar el costo del multilingüismo equivale a ocultar el costo, posiblemente todavía más grande, de la uniformidad cultural y de la desaparición de las lenguas llamadas «minoritarias». La pluralidad tiene ciertamente un precio, pero induce el respeto por el otro, lo cual permite vivir juntos. ¿Quién se regocijará el día en que todos los parlamentarios del mundo se expresarán únicamente en inglés?