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30 de diciembre de 2010: el periódico canadiense « Métro » informa que el kurdo no se convertirá en lengua oficial en Turquía.
La versión canadiense del periódico gratuito « Métro » es uno de los raros periódicos que publicó esta información de la agencia Associated Press: Interrogado luego de un viaje en una región mayoritariamente kurda en el sudeste de Turquía, el presidente turco, Abdullah Gul, rechazó la idea de emplear la lengua kurda en la vida administrativa. Sus intenciones debían poner término a las llamadas multiplicadas estos últimos meses por parte de militantes y hombres políticos kurdos a favor de la utilización oficial de su lengua y de una autonomía regional más grande.
Osman Baydemir, alcalde de la ciudad más importante con mayoría kurda del país (Diyarbakir) y ardiente defensor del aumento de los derechos kurdas, mostró pruebas de su humor regalándole al jefe de Estado turco un diccionario turco-kurdo luego de su visita. También le recordó que el kurdo y otras lenguas minoritarias eran una parte integral de la riqueza cultural de Turquía, y que estaban, por cierto, protegidas por otra parte por la Constitución.
La comunidad kurda en Turquía representa entre 13 y 20 millones de personas según diversas fuentes, o sea cerca del 20 % de la población del país. Para el resto, también encontramos Kurdos en Irán (9 a 10 millones), en Iraq (4 a 5 millones) y en Siria (cerca de 2 millones), sin contar algunos más en Armenia y en Georgia. Estatutariamente, es en Iraq dónde los kurdos son mejor tratados, desde la salida de Saddam Hussein, quien recordemos que flameó un pueblo entero en 1988; gozan en lo sucesivo de una gran autonomía con un gobierno limpio. En Irán, Kurdistán también existe como provincia. Es pues en Turquía dónde la situación es más difícil: la minoría kurda es en efecto objeto de una discriminación permanente desde la creación de la República turca por los kemalistas en 1923 y las tensiones aparecen regularmente en primera plana. La existencia del pueblo kurdo y de su cultura no es reconocida por la Constitución y la ley turca prohíbe aun la enseñanza de la lengua. Supimos también el pasado 30 de diciembre que una periodista kurda fue condenada a 138 años de prisión por propaganda a favor de los rebeldes.
En el plano lingüístico, contamos cerca de 30 millones de locutores del kurdo en el mundo, de los cuales la mitad está en Turquía. Es una lengua indoeuropea, con el mismo título que el francés o el inglés, y no tiene parentesco con el turco (familia de lenguas altaicas), ni con el árabe (familia de las lenguas semíticas). Solamente en Iraq el kurdo goza de un estatus de lengua oficial.
El artículo de «Métro» recuerda que el gobierno turco parecía dar algunos signos de apertura, favoreciendo la difusión de programas en kurdo para la radio y para la televisión y permitiendo a la clase política kurda hacer campaña en su lengua. Pero estos gestos no deben engañar: dependen ante todo de una estrategia de seducción frente a la Unión Europea, a la cual Turquía desea adherirse.