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Setiembre 2011: un artículo en la revista Pour la science titulado « La lengua forma el pensamiento»
El último número de la revista Pour la sience propone en este mes de setiembre un artículo apasionante de Lera Boroditsky, profesora de psicología cognitiva en la Universidad de Stanford en California.
Desde hace siglos, ella escribe « se sospecha que lenguas diferentes pueden transmitir capacidades cognitivas distintas» y que «los hablantes de lenguas [pueden] pensar de manera diferida». Hay que probarla…
Su equipo de investigación se han acometido en ese asunto y han logrado demostrar que «la lengua forma ciertas características fundamentales de la experiencia humana: los nombres, el espacio, el tiempo, la memoria y las relaciones con el prójimo».
Los ejemplos dados en los artículos son ricos en enseñanza. Se aprende, por ejemplo, que las señales espacio-temporales realmente son muy diferentes según la lengua que se habla y el medio ambiente en el que evoluciona.
Así la autora relata una experiencia vivida en el momento de su encuentro con una niña aborigen de 5 años de edad, en el norte de Australia: «Cuando yo le pedí que me indique el norte, ella sin dudar apuntó con el dedo hacia el norte. Y no se había equivocado. Más tarde, en una sala de conferencias de la Universidad de Stanford en California, reiteré mi solicitud ante los distinguidos investigadores, ganadores de medallas y de premios científicos. Le pedí que cerrara los ojos (para que no puedan sentirse engañados) y señale con el dedo el norte. Muchos han rehusado, porque ellos ignoraban la respuesta. Los que aceptaron han tomado el tiempo para reflexionar y han señalado diversas direcciones… He repetido esta experiencia en Harvard y en Princeton, así como en Moscú, Londres y Pekin. He obtenido los mismos resultados»
Y se descubre así que en ciertas lenguas aborígenes, las palabras izquierda y derecha no existen. Todo está situado según los puntos cardinales, incluso las pequeñas cosas de lo cotidiano: «la tasa está al sur-este del plato» o «el muchacho que se encuentra al sur de María es mi hermano.»
La autora da otro ejemplo, el de la expresión del tiempo, es decir, el pasado, el presente y el futuro: «los hablantes anglófonos desplazan inconscientemente su cuerpo hacia delante cuando piensan en el futuro, y hacia atrás cuando piensan en el pasado. Pero en aimara, una lengua hablada en los Andes se dice que el pasado está delante y el futuro, detrás. »
Ella también cita el modo de calcular: los niños chinos, hablantes del mandarín, aprenden muy rápido a contar en base de 10 porque la estructura en sistema decimal es muy clara en su lengua, mientras que esta es muy irregular en inglés o en francés.
Además, la cuestión de género está en el artículo… Por ejemplo, los niños toman conciencia de su género, masculino o femenino, más temprano en hebreo que en inglés o en finlandés, porque la lengua hebraica subraya fuertemente el aspecto femenino o masculino de las palabras. La diferencia de aprendizaje es notoria porque los niños criados en una atmosfera donde se habla el hebreo integran la noción de género aproximadamente un año antes que los pequeños finlandeses.
La conclusión de Lera Boroditsky es nítida: « cada lengua aporta su «estuche de herramientas » cognitiva y contiene el conocimiento y la visión del mundo en una cultura desarrollados en el transcurso de varios millones de años. Ella es capaz de expresar una manera de percibir el mundo, de aprehenderlo, de proporcionarle una significación; representa una guía que los antecesores han desarrollado y perfeccionado. Las investigaciones sobre el modo en el que las lenguas habladas modelan el pensamiento permiten a los científicos de descubrir como el hombre crea el conocimiento y construye la realidad.»
Un credo que nos va bien. ¡A Sorosoro!
Para leer el artículo en su totalidad : en inglés, en francés, en español