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Junio del 2011: entrevista de la lingüista Colette Grinevald para la publicación de una obra colectiva intitulada “Lingüística de terreno sobre lenguas en peligro”
Colette Grinevald, miembro del Consejo Científico de Sorosoro y titular de un Doctorado en investigación en lingüística de Harvard, ha pasado unos treinta años de su carrera de lingüista en Estados Unidos. Es actualmente investigadora-docente en la Universidad de Lyon 2 y en el laboratorio del CNRS Dinámica del Lenguaje, y es sobre todo una referencia y una pionera en la disciplina de la descripción de las lenguas en peligro. Es especialista de las lenguas de América Latina, y está muy comprometida con la defensa y la promoción de las lenguas en peligro y de los pueblos que las hablan.
Es bajo su dirección y la de Michel Bert que acaba de ser publicada la última obra de la serie «Hechos de Lenguas «, intitulado » Lingüística de terreno sobre lenguas en peligro» (Linguistique de Terrain sur les Langues en Danger), con un prefacio de Claude Hagège.
Colette, la descripción y la documentación de las lenguas en peligro son una disciplina relativamente reciente en lingüística, qué adquirió sus letras de nobleza tardíamente…
La preocupación de los lingüistas por el fenómeno de las lenguas en peligro es en efecto relativamente reciente y se amoldó en parte de la preocupación de los biólogos por la pérdida de la diversidad biológica.
Esta subdisciplina de la lingüística se desarrolló hacia finales del siglo XX, principalmente en los Estados Unidos, y se instaló a nivel mundial a principios del siglo XXI. Es durante estos últimos años que se desarrolló completamente como disciplina en Francia.
¿Qué le hizo tomar consciencia de estas cuestiones?
De hecho, fue por azar de las cosas, cuando me vi confrontada a esta problemática en el terreno. Habiendo ya trabajado en Guatemala en los años 70 sobre una lengua maya, y desarrollado mi modo de abordar una lengua de tradición oral, en los años 80 fui llamada a trabajar en otra lengua amerindia, en Nicaragua esta vez. Y precisamente se trataba de ayudar a una comunidad lingüística, los Ramas, a salvar su lengua, que tenía ya muy pocos hablantes. Nuevas leyes que reconocían todas las lenguas de la región acababan de ser aceptadas, y la lengua se había convertido en una verdadera preocupación para este grupo étnico.
Así es como todo empezó, y luego, en los años 90, me dediqué mucho al desarrollo de la disciplina junto con un puñado de lingüistas establecidos en los Estados Unidos.
¿Es de todo esto que quiso hablar en su libro?
Hoy en día hay numerosos trabajos sobre la cuestión de las lenguas en peligro, sobre los aspectos tecnológicos y lingüísticos de este trabajo, pero ninguno que aborde como nosotros lo hacemos la dimensión humana y metodológica. Quisimos pues reunir testimonios que revelaran lo que implica este trabajo de terreno tras bastidores, para producir una obra colectiva que reuniera a su vez a jóvenes doctorantes y experimentados de fama mundial, algunos con más de 30 o 40 años de experiencia de terreno.
La primera parte presenta la disciplina de las lenguas en peligro tal como acaba de desarrollarse en lingüística. Introduce en especial el tema de la particular relación de trabajo que se instaura (o no) entre lingüistas y hablantes de estas lenguas. La segunda parte lleva al lector alrededor del mundo a través de una gran variedad de cuentos de terreno de América, de África, de Asia y de Europa. Esta sección muestra del interior la naturaleza del trabajo in situ, algunas veces con vistas intimistas de la calidad de las relaciones humanas en las cuales se basa todo.
Si tuviera que quedarse un articulo, o un tema en particular en este libro, ¿Cuál escogería y porqué?
Pienso que el interés de la colección está ante todo en la gran diversidad de las situaciones lingüísticas, de los lingüistas y de los proyectos de los que habla.
Por ejemplo nos enteramos de la situación extrema de las lenguas de la costa oeste de los Estados Unidos, en Oregón y en California. Descubrimos allí gente increíblemente apegada a su lengua » de herencia «, que le pide a los lingüistas grabar si son los últimos hablantes. ¡Y si ya no es hablada, le pide «devolvérsela», regalándoles cursos sobre lo que se puede aprender a través de la documentación que existe del siglo pasado!
En contraste están los capítulos sobre lenguas aún vivaces de grupos sudamericanos, entre ellos un grupo nómada de Amazonia colombiana, el yuhup, o bien un grupo que quiso encargarse de la documentación de su propia lengua, el tsafiki de Ecuador.
Creo que los lectores también estarán fascinados por el descubrimiento de lo que son las lenguas silbadas, entre las cuales muchas ni siquiera estaban catalogadas o eran desconocidas, y que desgraciadamente están hoy en grave peligro, en Grecia, en Turquía o en México por ejemplo.
Y luego, hay un capítulo asombroso sobre el franco-provenzal, una lengua regional no reconocida todavía oficialmente por Francia, pero ahora reconocida por la Región Ródano-Alpes, donde se encuentra nuestro laboratorio de investigación.
Se habla de África, de Asia, de América etc. en esta obra, pero nos sorprende el hecho que todos los autores son lingüistas occidentales. ¿No hay pues lingüistas africanos, asiáticos, amerindios etc.?
Quien dice lenguas en peligro dice en general poblaciones muy marginadas, hablantes ancianos, ausencia de jóvenes hablantes. En estas circunstancias, hay muy poca gente alfabetizada, y para el resto, el nivel educativo no sobrepasa a menudo los primeros años de primaria. El trabajo consiste entonces en formar al mayor número posible de miembros de la comunidad a que participen en la documentación de la lengua, aprendiendo a transcribir y traducir las grabaciones. Pero de ahí a que los hablantes se conviertan ellos mismos en lingüistas, es otra cosa…
Dicho esto, el libro está verdaderamente orientado hacia los hablantes, para rendirles homenaje, para demostrar cómo los que trabajan con los lingüistas son a menudo » lingüistas naturales». Hay, entre los contribuidores, un caso de un hablante nativo de una lengua de Senegal que cuenta justamente cómo es que oyéndonos hablar, en el laboratorio DDL en Lyon, se dio cuenta de que, para su gran tristeza, su propia lengua estaba en grave peligro, lo que pudo verificar luego de una vuelta al terreno para su tesis.
Usted se compromete con las poblaciones de las cuales estudia la lengua, mucho más allá de un trabajo estrictamente lingüístico. ¿Qué es lo que lleva a tomar esta elección, cuando otros investigadores están más retraídos?
¡Yo pienso que es mi personalidad! Para mí la lingüística de terreno ha sido siempre una manera de vivir, una excusa para ir al encuentro de lenguas que me fascinan, para escuchar gente hablar y pensar de manera tan diferente a la mía. Amo a los seres humanos más que a las máquinas, amo a las lenguas, las cuales me parecen magníficamente complejas y sorprendentes. Luego he escuchado simplemente a la gente con quien he trabajado, los he hecho hablar, y he intentado darles lo que esperaban de mi a cambio de lo que me daban. Me inscribo en un movimiento cada vez mas difundido entre los lingüistas que trabajan en las lenguas en peligro que se llama investigación-acción, un movimiento que responde a las exigencias de las comunidades lingüísticas con las que trabajamos.
Y para terminar, ¿Cómo ve usted el futuro de la disciplina?
Ahora, la disciplina del LED (Lenguas en Peligro) existe, y comienza a haber también una toma de conciencia mundial sobre estos temas.
Lo que hace falta en lo sucesivo, es trabajar de manera más transversal, interdisciplinaria, reuniendo a lingüistas, a los hablantes de las comunidades, pero también a las ONG, a los profesionales de los medios audiovisuales para una documentación de alta calidad, como lo hace Sorosoro, por ejemplo.
Y luego, para retomar una pregunta anterior, es urgente formar a lingüistas nacidos en los países concernidos, e incluso nacidos en las comunidades mismas, tanto como sea posible. Desgraciadamente, todavía hay mucha discriminación hacia las poblaciones de lenguas minoritarias. Pero debemos verdaderamente avanzar en dirección de la apropiación de la documentación y descripción lingüísticas por los miembros de las comunidades.
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