Imprimir |
Las lenguas para lograr una mejor educación
“Cada niño que enseñamos, es un hombre que ganamos” Victor Hugo |
«Debemos afirmar con fuerza que pretender enseñar a un niño a leer y escribir en una lengua que no habla es simplemente condenarlo al analfabetismo» Alain Bentolila, lingüista, Paris V, Sorbonne |
Los países en desarrollo son generalmente los países en los cuales se encuentra la diversidad lingüística más grande y también son los que deben seguir luchando por la alfabetización de sus poblaciones.
Uno de los factores determinantes para el éxito de esas políticas de educación es la utilización de la lengua materna : estudios llevados a cabo a través del mundo por diferentes organismos muestran que alfabetizar un niño en su lengua de origen da excelentes resultado. Por el contrario imponer desde un principio la escolarización en lengua nacional es una política que conduce muchas veces al fracaso.
Tomando como base un informe de la UNICEF de 1999, el Banco Mundial lo afirma en el Sourcebook for Poverty Reduction Strategies (2001):
« Numerosas búsquedas muestran que los alumnos aprenden más rápido a leer y a adquirir nuevos conocimientos cuando han recibido una primera enseñanza en su lengua materna. Ellos también aprenden más rápido una segunda lengua que los que han aprendido primero a leer en una lengua que no les era familiar” ».
Los lingüistas Thomas y Cullier (1997), que han conducido estudios a gran escala sobre este asunto, son aún más precisos : los alumnos descendientes de minoridades lingüísticas que habían recibido una instrucción avanzada en lengua materna en la escuela primaria tuvieron los mejores resultados en lengua nacional en las pruebas nacionales estandardizados del colegio.
El éxito en la escuela condiciona las oportunidades de mejora del nivel de vida de millones de niños en el mundo porque una alfabetización lograda es el mejor recurso para no quedarse atrás de la globalización.
En el terreno económico, le abre las puertas de un desarrollo controlado.
En el terreno de la salud, contribuye a dar acceso a los medicamentos y es una muralla contra la propagación de enfermedades como el Sida.
Extracto de «Les Langues en danger» in Mémoires de la Société de Linguistique de Paris,
Claire Moyse-Faurie, 2000, p.101-102«Se sabe (…) ahora los beneficios de una educación en lengua vernácula, como los resume Jeff Siegel (1996) a partir de datos recogidos sobre diferentes políticas lingüísticas en curso en el Pacifico Sur:
– los alumnos aprenden mejor en su lengua materna: no se puede aprender a leer y a escribir una lengua antes de conocerla; también hay que dedicar tiempo al aprendizaje de la lengua antes de alfabetizar;
– aún cuando el objetivo final del sistema educativo es aprender una segunda lengua, el tiempo que uno pasa a aprender una lengua vernácula no es tiempo perdido; el dominio del letrismo puede ser fácilmente transferido de una lengua a otra, y el aprendizaje de una segunda lengua es facilitado cuando el dominio de la escritura y de la lectura esta adquirido en la primera lengua;
– el beneficio vinculado al uso de la lengua vernácula en la escuela es doble: la adaptación del niño a la escuela es mas fácil si el profesor habla la misma lengua que él; el desarrollo cognitivo del niño es mas fácil si es capaz de utilizar su propia lengua para reflexionar y expresarse;
– el beneficio es social : el hecho de hablar en la escuela la misma lengua que los padres permite a estos seguir el aprendizaje de sus hijos y ayudarles, conversar de ello e implicarse en la vida escolar;
– el beneficio es cultural: la educación en lengua vernácula garantiza que los niños no serán marginalizados en su modo de vida ni alejados de su cultura, bajo la influencia ligada al aprendizaje de otra lengua ; el uso de la lengua vernácula en el sistema educativo otorga a esta última un valor simbólico, un prestigio, un papel en el desarrollo del país ; la educación en lengua vernácula permite asegurar el mantenimiento de una lengua y de una cultura;
– el beneficio es financiero: constatamos que hay menos repeticiones y abandones en los sistemas educativos bilingües.
(…)
Numerosos estudios se han conducidos en Oceanía sobre el uso de lenguas vernáculas con fines educativos. Los más recientes llegan a las conclusiones siguientes:
– un niño necesita doce años a un niño para aprender a dominar una primera lengua;
– los niños mayores y los adolescentes aprenden más fácilmente una segunda lengua que los niños pequeños;
– los niños que tuvieron la posibilidad de desarrollar el uso de su lengua materna aprenden con mayor facilidad una segunda lengua que los que no tuvieron esta posibilidad.»