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El élfico de Tolkien
Publicado por Thorsten Renk el July 17, 2011
Thorsten Renk es físico en la Universidad de Jyväskylä, en Finlandia. Ha escrito cursos de introducción a dos lenguas élficas: el sindarin y el quenya.
iToda una familia de lenguas para un solo locutor nativo!
J.R.R. Tolkien es conocido sobre todo por ser el autor de El hobbit y El Señor de los Anillos, así como por ser el creador de Tierra Media, pero su « vicio oculto » era la creación de lenguas.
Como lo describe él mismo:
La invención de las lenguas es la fundación. Las « historias » han sido concebidas para procurar un mundo a las lenguas, y no lo contrario. En mí, el nombre viene primero, y la historia sigue. (Cartas, n°165)
Las novelas de Tolkien contienen sólo pocos nombres o frases en élfico, sin embargo existe una vasta colección de notas que describen el detalle de las diferentes lenguas élficas, publicadas en el transcurso de estos últimos años esencialmente en revistas especializadas. Pero Tolkien no sólo inventó el quenya, el sindarin, el telerin u otro élfico, el nanien y la lengua de los Hombres: elaboró toda una historia para explicar cómo estas lenguas habían nacido de raíces comunes, luego se habían desarrollado con el tiempo según diferentes principios que les dieron su sabor respectivo y sus diversos préstamos, adquiridos poco a poco.
¿Cómo se crea una lengua?
En cierta medida, estas lenguas imaginarias están todas influenciadas por lenguas reales.
Una influencia debida al enfoque estético de Tolkien: el autor procuraba deliberadamente crear, por ejemplo, una lengua de tema galés (que se convertiría en el sindarin), una lengua de tema latinofinés (el quenya), incluso experimentó una lengua con tintes de hebreo (el adûnaic). Pero las similitudes reposan más en la gramática y la fonética que en el préstamo lingüístico, rigurosamente hablando; las lenguas de Tolkien son de invenciones verdaderas, más que simples copias de lenguas ya existentes.
Una historia en tiempo bidimensional
¿Cuántas lenguas élficas existen en total? Es difícil de decir, porque contrariamente a las lenguas reales, el élfico de Tolkien se inscribe a la vez en una historia efectiva y en una historia imaginaria.
En tiempo real, podemos volver a trazar la evolución de las ideas de Tolkien entre sus primeros manuscritos y obras realizadas más de cincuenta años más tarde. Por ejemplo, podemos observar la evolución de la lengua élfica con temática galesa; del goldogrin (o gnómico) al noldorin, al sindarin.
Al mismo tiempo, y paralelamente a la Tierra Media, estas lenguas tienen todas una historia: existe un viejo sindarin, antepasado en el tiempo imaginario del sindarin utilizado en El Señor de los Anillos, así como el goldogrin es su antepasado en tiempo real.
¿Se puede hablar élfico?
¡Nunca nadie ha hablado élfico tan bien como para poder mantener una conversación…incluso Tolkien no lo hablaba fluidamente! Para él, el interés era una estética de la creación lingüística, y la utilización de estas lenguas en sus historias. El élfico existe pues ante todo como lengua escrita.
Se podría decir que las primeras lenguas están muy bien desarrolladas: el goldogrin, por ejemplo, comprende cerca de 7000 palabras, y su gramática es relativamente muy conocida.
Entre las lenguas utilizadas en El Señor de los Anillos, las más desarrolladas son el quenya, con cerca de 2000 palabras, y el sindarin, cerca de 1200 palabras. Estas dos lenguas son utilizadas para la traducción de poemas, incluso de textos en prosa. El telerin, al contrario, con menos de 300 palabras conocidas, es utilizable únicamente de manera marginal. Otras formas de élfico son conocidas sólo de manera teórica: el avarin, por ejemplo, al que se le reconocen sólo seis palabras.
Especialistas e inventores: la comunidad élfica de hoy
Generada sobre todo por los textos élficos de El Señor de los Anillos en el cine, existe una comunidad de apasionados del élfico que, en cualquier parte del mundo, mantienen su vitalidad y su uso. Desgraciadamente, si se puede decir, esta comunidad está dividida entre los que se interesan por un análisis académico de los manuscritos de Tolkien, y aquéllos que quieren hacer del élfico una lengua utilizable, aunque tengan que inventar nuevas palabras si se necesita, dos grupos que se encuentran solamente muy poco.
A un pequeño grupo de especialistas (equipo llamado “editorial”) se le encargó directamente por Christopher Tolkien que publicara poco a poco los manuscritos restantes. Basado en estas publicaciones comentadas y referenciadas en la revista Vinyar Tengwar y Parma Eldalamberon, un grupo más amplio trabaja en una comprensión más avanzada de las ideas de Tolkien, y de su evolución en el tiempo. Escriben síntesis y artículos de fondo (a veces hasta cursos de lengua) retomados después por apasionados de la Tierra Media, adeptos del juego de rol o poetas que de esta manera aprenden a utilizar el élfico.
La gente que desearía hacer del élfico una lengua utilizable sostiene que las lenguas son fenómenos vivos y cambiantes, que no deben ser presentados como entidades fijas en un museo. Los partidarios de un enfoque más académico responden que las cosas no son tan simples: primeramente, los principios de evolución lingüística habituales no se aplican cuando los hablantes nativos (y ficticios) son inmortales. Luego, todas las tentativas de construcción de una gramática o de un vocabulario élfico unificado se revelaron marcadas finalmente por un tipo de regularidad artificial.
Para Tolkien, la historia y las lenguas están siempre vinculadas, y el élfico refleja este lazo esencial en casi cada fragmento de su vocabulario: una particularidad que hace del élfico una lengua bastante única, ciertamente, pero que la hace difícil de desarrollar y de utilizar sin destruir el “elficidad” elemental.
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